viernes, 21 de diciembre de 2012

Cristiana.

De la inocencia de sus ojos
nace la fuerza para odiarte
cuando albergás una mentira.

Necia porque un dios se lo pidió
dijo su nombre y apellido
y ella acata órdenes.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Negligencia

Todos queríamos

un cálido atardecer naranja.

Lo que no pensamos

es que iba a llegar

el día que explote un container de pesticidas.

Igual lo disfrutamos

y le sacamos muchas fotos.

Y cuando las revelemos

veremos que

el cielo era normal

y nos diremos

"tal vez realmente estemos locos

pero qué le vamo' a hacer?"

jueves, 6 de diciembre de 2012

Sumisión.

Doy
tres
golpes
a tu puerta
vos

dame
tres
veces
lo que quieras.

Ya sabemos
que no somos
de durar.

Reincidimos
pocas veces.

Yo te dije,
es una guerra
que nunca
vamos a ganar
la de no querer
mojarnos cuando llueve.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Obsesión.

Me pregunto si mientras está ahí tirado
volverá a él su vida pasada
si creerá real que alguna vez tuvo otra historia
¿extrañará el cielo abierto?
¿pensará en sus tardes en Lugano?


Me desvelo.
¿Le pasará como a mí?
¿Será invadido por la memoria mientras duerme
y despertará agitado? ¿Se quedará
avispando a la nada
añorando su noche de callejón?

Es tramposo
y sospecho
de sus buenas intenciones,
conozco los de su clase
un día de éstos se escapa por la ventana
y se va

viernes, 30 de noviembre de 2012

Suicidio.

I

Poner las manos en el fuego
dolor punzante
llegó el alivio 
expulsé mis maldiciones.

II

La suerte nunca cambia.

III

Ahí va el río carmín
y con él va mi locura
cuesta abajo
por la ladera
de mi cuerpo.

IV

Renuncié a la fuerza
no hay más nada
acaricio el anhelo de serenidad.

martes, 27 de noviembre de 2012

Placebo.

Creo en Dios porque
todo arroyo va hacia el río
y yo debo encausar
las culpas mías.

Elijo
enojarme con Él
y no conmigo
dejando así
la mochila tan lejos
que no la vuelva a tocar.

Lo considero necesario
para
desembuchar maldiciones,
estigmatizar mi peste
y alivianar mi tórax.

Creo en Dios porque lo odio
y uno odia lo que existe
o inventó.

Después de ésto
sólo espero
que cuando nos juntemos
a tomar café
sepa ser misericordioso
acepte mis indulgencias
como yo acepté las suyas.

Y si ocurre
que lo mío es imperdonable
entonces
me voy a levantar de la mesa
le voy a dar doce pesos
y me voy a ir
con el silencio
de los no perdonados.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Butacas.

Mi vida,
pixelándose de a poco

de a muchos, se van desfragmentando,
se pierden en el mismo lugar de siempre.

Yo
me comunico mucho
menos que antes.

La misma casa
me parece que
hay que modernizarla:
esta tele ya no me alcanza.

Sigo viendo lo mismo que ayer pero hoy
ya no me gusta,
hago click.

A vos te veo mover la cabeza
pero no escucho tu música
y antes
no tenía opción.

Estamos fritos, estamos
muertos pixelados
y no hay mejor resolución.

El bondi que nos lleva al futuro está hasta las manos
y no nos quejamos.

No es que yo me queje pero
¿te parece ésto progreso?
Si cada vez somos más tontos y estamos más apretados.

A mí me gustaría estar del lado de la ventanilla
para ver
las cosas que vamos dejando.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Cerrar con llave.

Él ya lo tenía decidido, es que lo estuvo pensando toda su vida: no iba a gustarle ninguna como yo. No iba a querer tocar un cuerpo como el mío, ni escuchar a la mañana una voz tan aguda. Él no quería abrazar una cadera tan pequeña ni tener que esperar en la puerta del baño del shopping un día cualquiera. Él quería otra realidad, él quería entrar.
Y yo ya lo tenía decidido, es que él era mi quimera. Lo veía tan posible, tan cercano. Lo veía al lado mío, lo veía en la ventana y lo veía en mi mesa con su taza de té. Yo estaba segura, y se lo dije un día, y me echó para atrás, y me separó de la ilusión. Me alejó como se alejan las cosas que no quieren volver más, pero sin embargo ahí me tiene. Me gritó cosas que nunca había escuchado y se veía en sus ojos una especie de arrepentimiento, culpa y ganas de ser como es.
De todos mis fracasos, él había sido el más original. Él había dado la excusa más desarrollada, la más difícil y la peor, la más valedera. Fue tan sincero que pudo abrir mi pecho aún a más de 30km dando su veredicto final: no. El problema no era yo, el problema éramos nosotras.

Maldición.

Y si el sol no me quiere iluminar
que me parta un rayo aunque no llueva.
Si ya no me quiere abrazar
que me arranquen los ojos
los tiren al río y los pesquen.

Si no quiere mirar para acá
que me destierren del oceáno,
que me dejen afuera de las islas.

Si quema tanto que me arde
que me saquen la piel
que yo quede en carne viva
y  se alimenten conmigo.

Si el agua no me quiere mojar
que se deshidraten mis pies
y se caigan cual lepra
y la arena sea putrefacta piel mía.

Si no quiere sacarme la sed
que se convierta en aceite
y hierva al sol
entonces que me saque ampollas
y se me exploten y se llenen de sal
que me ardan.

Si los arboles no me dan sombra
que el sol no me quiera iluminar
y si el sol no me quiere iluminar
que me parta un rayo
con lepra
y sin ojos
con ampollas
y sin piel.

domingo, 18 de noviembre de 2012

¿Qué pasa si un gato negro se traga un grillo?

Conozco un señor al que la muerte sigue muy de cerca pero aún no lo quiso tocar. Se llama Miguel.
Su mala racha comenzó cuando su mujer se quiso matar cinco minutos antes de que él llegara. Ella se tragó todos los ansiolíticos que tenía en el botiquín de su baño pero no cumplió su plan porque se durmió antes de poder tomar la pastilla fulminante. Él llegó, la vio tirada en el piso y la llevó al hospital: estaba en coma, pobre mujer, pero al menos no estaba muerta. A la semana la llevaron a su casa y la obligaron a vivir con su madre porque no estaba con la fuerza mental suficiente para poder bancarse sola. Su vieja estuvo con ella hasta que la mamá tuvo un ACV y Sara, la madre de la suicida, abandonó su trabajo de asistente terapéutica para concentrarse plenamente en despedir a su madre de 93 años que con justa razón estaba más cerca del arpa que del violín. Entonces Miguelito tomó la posta y se dedicó hasta el hartazgo de cuidar a quien ahora era su ex mujer para asegurarse de que ella no volviera a hacer semejante locura, para convencerla de que ya no tenía tantas ganas de morir y de que en realidad la vida no había sido tan mala consigo sino que ella estaba exagerando. Sara nunca más volvió a ocupar su puesto al lado de su hija y Miguel tuvo que hacerse carga de la situación porque sentía que debía salvarla. Extrañamente a Miguel le interesaba mucho que una suicida lo quiera. Quién sabe por qué, quizás cojen como si no hubiera mañana.
Pasaron tres semanas sin que el señor en cuestión tenga un nuevo encuentro cercano con la parca, ya casi se había olvidado de su mala suerte, pero como a la muerte no le gusta que la ignoren se hizo notar un lunes a la mañana en la galería donde él trabaja. Ocurrió que una mujer estaba saliendo del local de al lado y ya en el pasillo del centro comercial cayó de pronto al suelo, previamente golpeándose la nuca contra el marco de la puerta y por consiguiente, comenzar a convulsionar de una manera más que exagerada. Miguel salió desesperado de su cueva e intentó ayudar, la puso entonces con la cabeza de costado y uno de sus compañeros llamó a la ambulancia alegando urgencia. Por la boca de la mujer convulsiva se veía un hilo de sangre que guiaba hacia el charco que estaba en el piso, era lo que se dice un mal augurio pero, para alivio de todos, la ambulancia llegó en veinte minutos al lugar, los empleados de la galería se sorprendieron de la rapidez del servicio y pensaron que si llamaban al mismo lugar cuando ellos tengan una tragedia, podrían evitar la destierralización de su cuerpo pero nadie fue capaz de exteriorizar sus conjeturas, por ende mi personaje no pudo explicarles que lo que ellos creían era erróneo, que las posibilidades de que una ambulancia llegue a tiempo son pocas y que hoy habían tenido suerte. Como nadie pudo exponer su idea de salvación, Miguel no pudo exponer su mirada realista de la situación, por eso no se dio cuenta que en realidad no tenía tanta mala suerte. De todas formas, hasta este momento no había encontrado el hilo conductor que lo había llevado a la tragedia ya tres veces en un mes, todavía no había cosa que lo preocupe tanto.
Su sugestión comenzó el día que un amigo de él cayó de una ventana y quedó con medio cuerpo afuera del ambiente colgando del marco. Ésto sí que le hizo ver que la muerte le andaba rondando, ahora sí que comenzaba a asustarse y a pensar qué habrá hecho Miguelito para merecer que la muerte lo busque. Igualmente, para alegría de nuestro amigo, su compañero no murió, de todas las víctimas que tuvieron la desdicha de cruzarse con Miguel y su mala amistad con San La Muerte, Anibal había sido el que más suerte tuvo, sólo se clavó un vidrio en el pecho, otro en el brazo y se fisuró dos costillas, lo cual podría haberlo matado, sí, pero no murió y sólo recibió cuatro puntos.
Ese día Miguel llegó a su casa desencantado con la vida, cabizbajo, culpógeno. Le contó su hipótesis de mala leche a su hija y le dijo que lo mejor que podría hacer esa noche era bañarse relajadamente con mucho vinagre para sacarse la mierda, que su abuelo decía eso. Su hija se rió, ella no es nada supersticiosa, pero opinó que si eso iba a hacer que él se calme, que no dude en bañarse entonces, que funcionaría como un placebo y ella sí cree en los placebos. Fue entonces que Miguel agarró la botella del vinagre que encontró, sólo quedaba de vino, fue al baño, abrió la ducha, se sacó la ropa y se metió en la bañadera pero no se atrevió a ponerle vinagre, analizó que tiene un olor muy fuerte y que iba a salir y se iba a querer bañar de nuevo así que sólo se bañó con agua como siempre. Me pareció coherente la idea pero realmente necesitaba quitarse a la muerte de encima, si me permiten la opinión, considero que el vinagre hubiera hecho que el temor de Miguel no cause más problemas. Salió de la ducha, cenaron casi en silencio y luego se fueron a dormir.
A la mañana siguiente, Lucía, la hija de Miguel, le avisó que tenía que ir a la avenida del barrio a comprar materiales de librería, agarró la bicicleta y apuntó para la puerta pero Miguel la detuvo y le dijo "hija, cuidate mucho, mirá que tengo a la muerte en la espalda, por favor cuidate". A la hija le molestó que el padre crea que es necesario pedirle eso, además, en tal caso, él llevaba la muerte en la espalda, Lucía no tenía nada que ver con la mala ni la buena suerte. De todas formas accedió a aumentar su cuidado para que su padre no se quede preocupado sin razón aparente. Agarró las luces, el casco y las rodilleras y se las puso, una vez protegida salió a la calle y se sintió más insegura que nunca, clavaba los frenos con cada auto que veía y para colmo, estaba un poco distraída pensando en la preocupación de su padre. Sin darse cuenta cuando llegó a la avenida dobló en contramano, pensó entonces que debería bajar de la bicicleta y caminar por la cuadra pero un camión no le dio el tiempo y la embistió de manera tal que voló ella y la bicicleta por encima del acoplado. Indefectiblemente murió. 
Esa noche su viejo se bañó con vinagre y cuando salió le pidió a la muerte que se deje de romper las pelota, entonces, ella dejó la túnica en el perchero y se fue caminando.

Cerveza.

abro la puerta y te veo
humedecida
sugerente

te hago esperar

sos paciente y siempre
podés estar un poquito más linda

llenás mi balde
de ansiedad
y ahí te busco y
te doy un beso de prepo

no te quejás
sos más amarga que todas mis amarguras
y te inclinás
mojas mis labios, mi garganta

todos mis cuerpos
todas mis nostalgias

siempre estuviste parada en la vereda de mi cuadra

lunes, 12 de noviembre de 2012

tiempo.

nada me abraza
nada me atrasa

las horas
                no
alcanzan

enemigo el reloj
 apura
                     me para.

digo mucho
entiendo poco
pienso nada
                    me paranoiquea

nada me detiene


sólo el tiempo
que es muy corto
                     hasta que me paraliza

eterno.



Antítesis.

Esa tarde morí
no voy hablar de cómo ni por qué
sólo voy a decir que hubiera preferido que me pase de noche.

me parece mucho más ameno que morir al rayo del sol
más agradable que enfrentarse a aquel contraste entre la luz y la penumbra:
la paradoja de que mientras yo muero, en la casa de al lado mis vecinos miren telenovelas
elijan qué merendar
ayuden a sus hijos a hacer las tareas
y mierda, yo estoy agonizando, no me resulta tan linda la tarde
despejada

Yo
me estoy muriendo
vos seguí con el curso de tu vida

Una vez me preguntaron qué me gustaba tanto de la noche:
la luna.
es para mí esa luz al final del tunel de la que todos se llenan la boca.
La primera vez que vi a alguien a los ojos mientras conjeturaba la frase a los futuros muertos
noté que cuando dicen "ve hacia la luz" buscan que vayas a la luna
quieren que saltees la capa de ozono y vayas de lleno al satélite
que caigas ahí y te quedes quieto como si no estuvieras
pero

nunca nadie se dio cuenta

y por eso los muertos no desaparecen.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Mosca.

tanto tonto detalle
y tu costra en mal estado

mi exoesqueleto es fuerte
y quebradizo
vuelo
hasta que un repasador me mate

zumbo
llamo a los otros que vengan a mí

choco contra el vacío
ventana que no veo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Pies.

Hoy les traigo una propuesta indiscreta. No, indiscreta no es. Es indecente, aunque no del todo. Bueno, veo complicado el trabajo de encontrar la palabra justa, así que se la cedo, decidan ustedes el adjetivo que quieren colocar a la derecha de "propuesta".
Lo que yo quiero pedirles es que mañana
salgan descalzos a la calle. Completamente descalzos. Ni siquiera lleven sus botas en el bolso porque no los querrán usar.
No.
No usen zapatos mañana. Ni zapatos, ni sandalias, ni ojotas, ni alpargatas, ni zapatillas ¡Nada! Sólo sus bonitos pies y disfruten de la sensación que da pisar las baldosas esas que tienen piedritas y que parece que pinchan pero en realidad percibirlas pueden ayudarnos a tener un lindo contacto con las terminaciones nerviosas que están en nuestras plantas. Además, ¡qué bellos se ven sus pies sin ataduras!
No se preocupen por los variados obstáculos con los que pueden ustedes toparse. Confíen en su inteligencia y en su visión para esquivarlos. No crean ustedes que son torpes, los pies en el piso quitan toda estupidez y nos trae avivamiento. El contacto de la tierra con nuestros cuerpos siempre es bueno y no debe ser olvidado por la distancia que el asfalto nos dejó.
No sean tímidos si la gente que usa zapatos los mira con caras extrañas. ¡Son ellos los extraños!
(he aquí el por qué de sus caras)
Son ellos los que aún no se atrevieron a desafiar al enemigo, que hoy es el zapato.
Además, me parece una prudente decisión aclararles que yo me he atrevido a caminar sin los zapatos por calles y avenidas y jamás noté las caras extrañas, es que mis ojos estaban ocupados velando por mis pies. Y acá, sólo en este caso, sí acepto que miremos nuestro ombligo, los ombligos de los encadenados siempre suelen ser feos y malintencionados.
¿Quién fue el ridículo que inventó el calzado? Imagino que tendrá una buena excusa como que un día iba caminando por la calle y pisó en un lugar poco agradable donde había un clavo y se lo incrustó de lleno en el talón. No, no, realmente pido una buena excusa, esa no es suficiente como para someter a cada maldito caminante a llevar siempre un envoltorio de tela, goma, cuero y, en el peor de los casos, metal encapsulando nuestras pieles, sin olvidar la maldita regla de que estos envoltorios deben sí o sí combinar con nuestras ropas.
Otra cosa que les quiero pedir, la última, ya me estoy por ir: no se subleven contra sus pares. Lo sé, los he visto: son necios, ciegos y a veces saben ser muy detestables, pero son víctimas, no cómplices.
Sublévense contra sus zapatos: arma blanca todavía no declarada como tal.


Nota: Si deciden llevar a cabo la propuesta un día de lluvia tengan en cuenta que abajo de las baldosas corren cables asesinos que pueden electrocutarlos, me lo dijo un tachero. Me sorprendió lo fácil que puede morir una persona.

lunes, 5 de noviembre de 2012

No ser nada, ser todo.

No somos ni ángeles a la derecha de Dios ni demonios sirviéndole el té a Satán
(somos mucho menos)
ni amantes locos y efímeros ni amistades calmas y duraderas
ni arte ni ciencia somos, no solucionamos nada.

ni el espacio ni el vacío: agujeros negros
no somos mamíferos, no somos vegetales, no somos hongos
ni humedad
no somos ni los áboles que en otoño dejan sus hojas sueltas
ni las flores que en primavera se vuelven muchas
ni fiesta ni siesta
stand by

ni las estalactitas que caen en las cuevas frías ni las estalagmitas que de ellas salen

no somos
ni el mate amargo del sur ni el café fuerte del norte
mucho menos somos
playa o montaña
la arena que quema los pies
el hielo que congela nuestras manos
ni invierno ni verano                       primaveraotoño: ese híbrido tampoco
ni cielo azul ni tierra verde somos
no somos pavimento, no somos pasto
ni máquina ni naturaleza
nada.

no somos cuerdos, no somos locos
ni esquizofrénicos ni psicópatas
ni videntes ni ciegos
ni cuadripléjicos ni atléticos
porque
no hacemos nada

no somos los anillos en los dedos de las reinas de Inglaterra
ni la tierra en las zapatillas de los pibes de Lugano
ni billetes ni monedas
no.

ni dolar ni euro ni real: cambio

no somos nubes, no somos soles
ni destellos ni sombras podemos ser
no somos ni los colores ni su ausencia
no somos muchos, ni somos pocos
la fotografía no nos ve

no soy mujer, no soy varón
no sos real ni un impostor
no somos hogar ni somos plaza, que también puede ser tu hogar
no somos.
ni palabra ni silencio somos
no somos los buenos libros que nos hizo repensar la vida entera
no somos.
no somos ese texto que te dijo la profesora que leyeras
no, ocurre que mucho menos somos.
no somos ni un granito de arena ni el inconmensurable universo

no somos putas, no somos monjas
no somos monstruos ni exorcistas
no somos
ni religiosos ni paganos, ni herejes, ni profanos
ni Cristo ni Judas somos
no somos facultad ni discapacidad

no somos gatos ni perros
ni aves ni murciélagos
ni árbol ni maleza

ni conductores ni peatones
no somos ni transeúntes ni eternos
ni música, ni libros, ni poemas, ni canciones
ni guitarra, ni batería, ni cama, ni silla, nada.
ni pies, ni manos, ni cuerpo somos.

no somos mente, no somos alma
ni pantalón ni remera
no somos ni la madrugada de enero ni el atardecer de agosto
ni refugio ni desamparo, ni estrella ni satélite

nada.
no
somos
absolutamente nada

somos todo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Harén.

El pelo de Martina
las cejas de Julieta
los ojos de Camila
las orejas de Rosana
la boca de Mariela
las mejillas de Delfina


el cuello de Luisina
los hombros de Gabriela
los pechos de Aldana
los brazos de Agustina
la panza de mi hermana
el ombligo de Jimena


el sexo de Florencia
el culo de Tatiana
las piernas de Dolores
(mis dolores de piernas)
los pies de todas ellas:

son mi harén



miércoles, 31 de octubre de 2012

Alergia.

Me paro en frente tuyo y
estornudo
muchas
veces

Es el pánico escénico más extraño que ví/vi.

Agarro un pañuelo esperando que
además de mocos
se caigan mis pensamientos por la nariz
porque por mi boca no pudieron salir

que se vayan, que se queden
en un papel sucio y esquizofrénico
que yo voy a tirar a la basura
con la elegancia que el rencor me da
con la seguridad que Cristo me arrebata

y con el afán de abandonar toda alergia, todo virus.

lunes, 29 de octubre de 2012

Empatía.

la estamos maltratando
la desalmamos con los rastros del dolor
nuestro temor, nuestra angustia
desgraciada
sólo le llevamos maldición
melancolías, pesadumbres
                                    sólo éso tenemos

(pide un poco de sosiego)

yo
me acomodo
me busco un lugarcito entre tanto triste corazón
me compadezco
y la escucho, le presto un poco de atención
¡La poesía está harta!

Egoístas
le rogamos, le imploramos:
¡mujer, danos consuelo! ¡defendemos del maldito desamor!
ella escucha, mas no puede reaccionar

Se impacienta
(porque puede)

Poesía
pobre poesía
tanto entiende, tanto calla
y le gritamos, reclamamos

poesia, sos la cara del dolor y no sufrís
sos la cara del amor
y yo
no sé si vos amás.

viernes, 26 de octubre de 2012

Nosotros.

A mi gato le faltan algunos dientes
A mí me faltan sueños.

Somos incompletos.

Mi vieja no tiene carisma
mi viejo no tiene paz

Somos aburridos

Mi hermano no tiene guita
Su amigo no encuentra casa

Problemáticos.

Mi cuarto no tiene muebles
Yo no consigo un laburo

Desprolijos

Damos siempre
pasos al costado
y abandonamos todo eso que se va.

No es que no nos importe
es que
no nos acomodamos

no sabemos dónde vamos
¿dónde quiere usted ponernos?

martes, 23 de octubre de 2012

Cada noche antes de dormir.

Veo un mosquito
prendo la luz
se escapa
la apago


Veo un mosquito
lo sigo con la vista
prendo la luz
se escapa


Veo un mosquito
prendo la luz
se escapa


Veo un mosquito
lo sigo con la vista
aplaudo
lo mato

¿Cómo puedo desembocar tanto odio, tanta furia en algo tan diminuto como el mosquito?

domingo, 21 de octubre de 2012

De cómo tus principios de hombre justo y noble pueden cagarte la vida.

"Metete tus ideales y principios en el orto si por ellos se te ve tan infeliz"

Traicionate, animate a no ser vos
alejate de tu mente, desarmate
que si tan solo por tu sangre yo te veo así
entonces lo que quiero es que te vuelvas por un rato otra persona
que seas feliz
que conozcas el riesgo de estar lejos de la cotidianeidad
que salgas a caminar por el barrio y te desorientes
que suspires
que te agarren de los huevos y quedes como un boludo
no es tan grave, que estés triste
que llores por un rato y se te note el corazón,
que ahí está, apagado e hinchado por demás
que viajes, no trabajes
yo te cubro y disculpame
si alguna vez no voy a laburar
y la quedo todo el día acá en mi casa
no podría estar en la oficina
viendo cómo el sol se muere en vida
que te caguen siete veces y una más
que te crean un colgado
que seas el salame más salame que conozco
pero te rías, por dios, ¡te rías!
que dejes a la gente que te jode
no la escuches
que digas algo y quedes mal,
que seas protocolarmente incorrecto
y sacadamente contento
que quedes como un hijo de puta adelante de la minita que te quisiste levantar
que sepas que no lo sos
y que te miren raro
¡que te miren raro y no te quieran hablar!
que se te alejen los correctos, los macanudos, los amables, los cuerdos, los cornudos
que se te alejen las mentiras, las caretas, las conchudas, las perfectas
que te quedes solo y te conozcas
que descubras qué te gusta
que descubras que el tiempo es lo que vos quieras
que lo uses
que te pongas a tomar mate con el viejo de al lado
que saludes a la gente que no quiere saludarte
que te puteen en el tráfico y te rías
que no soples, que no chistes
que no te hagas malasangre
que te despiertes y tengas tiempo de desayunar
que no estés contrarreloj
que camines a paso lento, calmo y tranquilo por Florida
que te chupe todo un huevo
que vayamos al fortín caminando aunque nos llueva
que vuelvas y te vayas a dormir
que apagues la computadora, abandones la oficina
que los pelos del gato sean sólo pelos del gato, no un problema
que la AFIP no te condene aunque eso quiera
que comprendas que la vida es lo que vos quieras
que la uses

traicionate, te repito
¡que podés!
traicionate, sé otro hombre
te prometo que no le cuento a nadie y disculpame
si se me escapa alguna vez
y le comento a cualquiera
que pudiste, que te liberaste, que lograste ser feliz.

viernes, 19 de octubre de 2012

Petición.

No me pidas perdón
si me pisas
si me empujas
si te cruzas en mi paso
No me pidas perdón
si te comés la última galletita
si tengo que pagar todo yo
si me llamás cuando estoy en clase
No me pidas perdón
si no me ofrecés agua cuando entro a tu casa
si no llegás a la hora que acordamos
si te tenés que ir apurado
No me pidas perdón
si hoy no te bañaste
si estás de mal humor
si no me dejás el asiento
si me respondiste mal
si te suena el teléfono
si te tomás mi cerveza
si te distraés y no escuchaste
si te olvidaste qué te dije
si tenés que cancelar y no nos vemos
si me dijiste algo muy duro
si me lastimaste

No me pidas perdón
porque todo eso era probable
porque sé que podía pasar
No me pidas perdón, te lo pido
por favor
no me pidas perdón por esas cosas

Pero sí, y en ésto te soy firme
pedime perdón
si no sos lo que esperaba
si venís siendo una cosa y de pronto se te escapa
Pedime perdón
si te escucho los "te quiero" y después no hay más nada
si sos débil
si no te da la talla
si un día estás callado
y mirás para abajo, pedime perdón
si crees que no alcanzás
si te sentís poca cosa
si no podés decir "no me rompan las pelotas"
y enojarte
pedime perdón si caminás encorvado
si no te animás
si no te atrevés a desafiarme
si me pedís perdón, pedime perdón
pero en silencio

Pedite perdón.

lunes, 15 de octubre de 2012

Chuba.

son las cuatro de la tarde y te pienso
desde que te obligaron a no estar
me encuentro con perros negros cada vez que doblo una esquina
perros negros y grandes, cada vez más gigantes que me miran
que me saben abrigar como aquel que me abrigaba entre las sábanas
hasta la una, hasta las dos de la tarde en el medio de tu comedor.
Desde que te obligaron a no estar
me encuentro con los árboles y las calles
las mandarinas, los mates, la peperina
combinar marrón y negro empezó a molestarme
la bici, agronomía, plaza francia y tus palmeritas
me acuerdo de las noches escribiendo, pintando y escuchando a los beatles
siempre
de tus ataques de histeria o de concentración, tu calma

la nostalgia me persigue, me abraza y me lleva a donde ella quiere
me molesta y me encanta, yo la busco
 a ella y ella me encuentra
no me toma por sorpresa, la estoy esperando y cuando llega
cuando llega no se va hasta que yo me esconda y la pierda
por fin
por suerte la pierda
la buena nostalgia es amar el pasado no más de una hora

helguera y arregui
camarones y nazca
la escuela normal 12
y no hay un alma para mí
desde que te obligaron a no estar
no te encuentro, no me hallo
te llamo y no atendés
te espero y no llegás
no estás en ningún lado
y en todos lados te veo

y me callo
porque nadie escucha
porque cada uno está en la suya y fueron egoístas
no te pensaron lo suficiente, no te supieron imaginar
y qué se puede hacer?
si uno se acerca a la puerta
y las locas pelirrojas de ojos verdes lo empujan y patean "vos tenés la culpa, nene"
no, señora, escúcheme
y para qué? para qué les pedís que te escuchen?
si para entonces ya estás esperando el bondi para volver
a tu casa, la de siempre, que hoy es tierra de nadie

y ya son las siete de la tarde, ya debe estar por llegar
pero no viene, no puede ni salir
y yo sé qué no va a venir porque sé a dónde está
sólo sé a dónde está
pero
che, cómo andás? hace mucho que no hablamos
un día pensé en irte a buscar pero

un día te voy a ir a buscar
(esperame que te espero)

miércoles, 10 de octubre de 2012

Abra los ojos.

Somos unos inconscientes
hasta que no veamos sangre
                              hasta que no hayan letras amarillas
hasta que no veamos ojos salidos, dedos machucados
cabezas estalladas, gente paralítica, autos y trenes acordeonados
niños muertos, madres gritando, balas incrustadas
pelos arrancados
lenguas cortadas y heridas infectadas
caras quemadas y uñas encarnadas
hombres arrastrándose, soldados pisoteándonos
Hasta que no veamos misiles explotando
aviones arruinándonos
vidrios destrozados, edificios desplomados
amigos desnutridos, muchachos aplastados
compañeros desolados, zanjas ensangrentadas
caminos de gusanos
de ratas invadidos
por cucarachas transitados
hasta que no estemos
solos y asustados
gritando
desconsolados, llorando
y enterrados
sucios y precarios
con hambre, sueño y asco
espasmos, asfixia, asma
ahogados por el humo y
amargados, fríos, abandonados
oscuros, grises, cegados
encandilados
hasta que no veamos
cómo duele
cómo lloran
cómo pierden
cómo duermen, cómo comen, cómo quieren
cómo callan, cómo gruñen, cómo esperan
                                          cómo desesperan
cómo tanto hay nada y todos quieren
cómo piden algo que no tienen
cómo cae el techo y cómo cede
desde el suelo no se puede
desde el suelo
el estruendo es leve


pero es que
hasta que no veamos
el dolor la asfixia el hambre la muerte el miedo la desesperación la culpa la mierda el techo la sangre la sed las nubes el llanto la pena la dura escena el grito los vidrios las zanjas
hasta que no veamos
no vamos a ver
no escucharon
no vamos a ver
no vamos.

jueves, 4 de octubre de 2012

Al de corbata le hablamos.


Tengo algo que decirle, señor rector:
es que en mi facultad donde yo estudio
lo que quiero y lo que me gusta
lo que me llena y me disfruta
se inundan
las aulas, que se caen
los techos que se vacían
las sillas que se rompen
los planes que se llenan
de plata que nos miente
en la cara que queremos
decirle una cosa, querido rector,
amable rector, responsable rector
pensemos un poco como usted
las cabezas vacías nos quiere dejar
pensemos
un poco como usted
señor rector
¿no debería usted cuidar su producto?
¿no debería usted cuidar su empresa?
¿no debería usted mantener contento
a quien consume su servicio?
¿no debería usted, señor rector?



pensemos como usted
¿no debería distribuir en el tiempo su dinero?
¿no debería?
¿no debería cuidar su reputación?
¿no debería? realmente, ¿no debería?
tenemos muchas preguntas, señor rector

¡ayudémoslo!
le ofrecemos usar nuestras ideas
si usted nos ofrece no usar sus bolsillos

le ofrecemos
sí, ofrezcámosle
se lo estamos ofreciendo
se lo estamos ofreciendo porque lo vemos sin ideas
porque no escucha
no entiende
no razona
no piensa
no habla
porque nos ignora
    nos pisa
nos descuida
nos posterga
nos desnutre
¿acaso no debe, usted, señor rector, hacer todo lo contrario?
tenemos preguntas para hacerle, señor, visítenos
recíbanos es
cu chenos.


señor rector
no debería usted dormir tranquilo no
no debería usted comer salmón
no debería postergar compromisos
no debería llenar sus bolsillos
los nuestros no están llenos y no es difícil así
no debería ignorarnos pisamos fuerte
no debería
tantas cosas no debería
las hace

cuidado, señor rector
tenga cuidado
estonoesunamenaza
pero nosotros
ellos yo todos
buscamos-exigimos-pedimos-necesitamos
una reunión con usted
nosotros (todos nosotros) y usted



lo esperamos, señor rector.
tenemos un lugar para usted y usted tiene un cargo
señor Castiñeira de Dios, venga
¡ocúpelo!

sábado, 15 de septiembre de 2012

No se trata de mí.


Yo vivo
a, ante, bajo, cabe, con, contra,
de, desde, en, entre, hacia,
hasta, para, por, según,
sin, so, sobre, tras,
mediante, durante y vía
v o s

sábado, 25 de agosto de 2012

Sasha.

Sasha solía caminar por los senderos que la alejaban de su casa en las tardes soleadas, le gustaba sentir el sol en su pelo y en sus hombros, apreciar los naranjas que habían quedado perdidos en el verano y seguían yendo a visitarla. Disfrutaba sentir la emancipación que conseguía al transitar por horas esos caminos. De vez en cuando le gustaba creer que ella no era como todos, que era diferente y que, por tanto, hacía cosas que nadie se animaba. Entonces ella salía en los días de tormenta, cuando los demás preferían quedarse refugiados del frío y la humedad. Ella jugaba un poco con la lluvia y volvía nuevamente a la casa donde se preparaba un té y se sentaba frente a la ventana a observar las últimas gotas, despidiéndose melancólica. Había algo que por sobre todas las cualidades de Sasha a mí me llamaba particularmente la atención, eso era lo que para mí mostraba en ella alguien que yo nunca había conocido. Ella caminaba por los jardines y lo disfrutaba mucho, pero elegía siempre no sentir el aroma que pedía incansablemente ser notado, no usaba ninguno de sus cinco sentidos para el goce, se veía en sus ojos el ánima bloqueado. Yo no entendía bien por qué no quería, por qué se negaba y por qué siempre volvía a salir si al fin y al cabo era una caminante pasiva que no se relacionaba en absoluto con el entorno. La primera vez que me encontré con ella creí que no le gustaba tocar ni oler las flores por algo tan vacío como una alergia, creí que lo que estaba haciendo era cuidar su salud física. Pero luego comencé a conocerla realmente y me di cuenta que tenía que ver con algo más profundo, que Sasha no era simple y no podía tener una simple alergia. Ella iba por el jardín sin interactuar con el paisaje, sin sentir, algo la detenía constantemente a disfrutar y yo tenía que averiguar por qué. Entonces comencé una especie de investigación basada en la prueba y el error. Descubrí que si yo le acercaba una flor, ella se adelantaba unos pasos, se refregaba los ojos y me miraba punzantemente, supongo que explicándome que no tenía que hacer ese tipo de cosas, que le hacía mal y que no le gustaba. Poco comprendía yo sus reaciones y después de seis flores abandoné por completo esta investigación y la dejé ser. De nada servía que yo entendiera el por qué de su forma de ser, simplemente era. Además a ella no le gustaba hablar, por lo menos conmigo. Alguna vez la encontré intercambiando pensamientos con ella misma. Sí, hablando sola. Deduje que ella sólo se atrevía a relacionarse consigo misma, sólo confiaba en ella y en nadie más. Sasha estaba segura de que la única persona que no la iba a dejar y que no la iba a lastimar era ella misma. Yo simplemente había elegido cuidarla de todo bien y de todo mal. Y yo estaba seguro de que yo era la única persona que no la iba a dejar y que no la iba a lastimar, pero también tenía que convencerla a ella. Poco a poco fui adentrándome en su vida, disimulando mi plan y creando en ella la confianza que nunca había conocido. Llegó, entonces, un momento en el que ella no recordaba no conocerme. Siempre yo detrás de ella, siempre velando por su neutralidad.
Recuerdo que una sola vez en el tiempo en que la conocí se animó y acarició algún pétalo que sin querer había rosado su pie, no pudo evitarlo, no quiso pero no pudo hacer nada al respecto. Ese fue el día que descubrió la suavidad y casi en el mismo segundo descubrió, como era de esperarse, el amargo color de la despedida que dejó ese pétalo suelto, herido y alejado. No creo que le haya gustado, esa misma tarde la vi llorar por vez primera y acariciándole el cuello le pregunté qué le sucedía pero no respondió, ahí se quedó un par de horas, deshidratándose, recordando la suavidad que quedó fosilizada en su mente, atada y mal puesta en algún rincón de su cabeza y que jamás volvería en la misma forma. Es que Sasha era el alma más sensible que jamás haya visto yo en mi vida y no podía volver a soportar ver sus ojos empapados. Estoy seguro de que ella o alguien dejó en mí una especie de hechizo con el cual yo estaba de acuerdo.
Yo no podía ser impulsivo con ella porque no sabía en qué momento podría sentirse mal. Y condenado mi ser si me atrevía a lastimarla. No me estaba permitido ni por mí ni por nadie hacerle algún daño por más ínfimo que sea. Ella no lo toleraba, cualquier raspón derivaba en ella una hemorragia. Y yo no quería conocer su sangre.
En algún tiempo pasado, Sasha había sido muy valiente, no lo puedo negar, se veía ésto en su piel. Tenía cicatrices, no sé decir bien de qué pero allí estaban y me explicaban que alguien la lastimó. Sí, ella era valiente y no hay duda, alguna vez fue más intrépida y eso fue lo que la hizo ser así ahora, yo deduzco. Alguien muy descuidado la arrugó y fue entonces que ella se negó a volver a arriesgarse a un peligro así, al peligro de disfrutar para luego despedirse de un amor que tal vez había comenzado a necesitar y antes ni siquiera conocía.
Una vez, una de las pocas veces que me habló, me dijo que si había alguna forma de evitar el dolor que conoció aquel día que rosó un pétalo, si encontraba algún método para esquivar los pétalos de la vida, hermosos y filosos, ella no iba a dudar en evitarlo porque no era tanto el placer que sintió como el lamento del recuerdo que había quedado para siempre en sus dedos. Porque si disfrutar del algo un rato significaba un sufrimiento venidero mayor, entonces realmente no valía la pena. Era demasiado fuerte e insoportable para ella el dolor que la esperaba cada vez que amaba algo. Me hizo recordar aquella tarde que sufrió por el abandono de la rosa. Sasha entendía que eso no era normal, que lo mejor era evitar los segundos que disfrutaba para no someterse a semejante angustia. La espina más pequeña, la menos hiriente, conseguía marcar en su piel el más profundo tajo que conociera.
Yo conocí a Sasha porque algún dios no terrenal me había encomendado esa misión una noche de invierno y, al parecer, yo había aceptado gustoso. Yo debía velar por ella, caminar sigilosamente tras sus pasos y limpiar siempre su camino. Mantener su espíritu entre nubes, lejos del viento, lejos de la arena que raspa y las espinas que arden. Debía cuidar que nunca conozca el calor del fuego. Yo sí lo conocía y también conocía el intenso frío que queda cuando uno se aleja, por eso creo que Sasha no debía jamás encontrarse con una fogata. Debía estar atento a su paso, cuidar que no se dirija a lugares que puedan resultarle hermosos y hostiles. Había que mantenerla alejada de todo lo bueno, lo agradable porque todo se escapa y Sasha no podía soportar un abandono más. Su más grande abandono fue el del insignificante pétalo caído, pero ¡ay, cómo sufrió Sasha esa tarde! Quién pudiera olvidar sus lágrimas, dichoso. 
Ella, tan pura, tan frágil, tan suave. Yo la cuidaba, la tenía en mis manos. Ese dios impuso en mí una misión y yo estaba feliz de cumplir con mi obligación. Si todos los hombres de la tierra tuviéramos una misión como la mía, tal vez Sasha no correría riesgos, tal vez no sufriría nunca más. Y era lo único que me importaba. Por momentos perdía la coherencia y le pedía a aquel ser superior que le encomiende la misma misión que a mí a cada hombre, yo sólo quería cuidar a Sasha, nada más me importaba, no me interesaban las demás almas pero era un medio para que Sasha no corriera riesgo alguno. Yo no me permitía distraerme jamás pero tal vez si eso pasara un segundo y si ese dios hubiera dado a cada hombre, cada mujer, ningún ser en la tierra tendría el tiempo libre para lastimar a mi Sasha, mi cristal.
Yo debía lograr que no sintiera ningún placer que pudiera resultarle efímero pero tampoco podía hacer que tuviera un disgusto. Mi trabajo no era fácil, además ella era muy escurridiza, algunas noches me he despertado en la cama a su derecha y ella no estaba, había ido a la cocina a observar por la ventana el campo desolado. Entonces yo me levantaba e iba hasta donde ella estaba y me quedaba esperando el tiempo que fuera sin decir ni una palabra hasta que ella decidiera volver a acostarse. Yo dormía en su cuarto para cuidar también sus sueños. Muchas veces tuve miedo de estar equivocándome, no tenía otro plan. Mi dios me había dicho que lo ideal era que Sasha no sienta dependencias ni necesidades de ningún tipo, ni placeres ni alegrías, porque éstas se podrían terminar y generarle una angustia indirecta e irreparable. También, por supuesto, me obligó a cuidarla de lastimaduras, de tristezas y lamentos que directamente podrían, sin exagerar, arruinar nuestras vidas.
Pasando el tiempo a su lado, aprendí a ser bien cuidadoso, minucioso y responsable. Aprendí a velar por la seguridad de alguien, a olvidarme de mí mismo y enfocar la vista en otro lado. En mi vida pasada yo había sido egocéntrico, nadie ni nada me interesaba. Yo creo que por eso este dios me entrego esta tarea. Al principio creí que estaba loco, que era imposible para mí cuidar a una existencia tan transparente como ella, creía que era el peor error que un ser superior haya cometido. Tenía miedo, y ese miedo fue el que me ayudó a aprender a ser lo que Sasha necesitaba. Ese miedo fue el límite, ese miedo me explicó cómo actuar y qué era lo que Sasha buscaba. A los pocos días yo ya estaba cómodo con mi tarea. Me levantaba en la mañana y preparaba el desayuno, leyendo esperaba que ella se despierte y cuando la veía llegar, sin gestos de sorpresa que pudieran alegrarla, le ofrecía una taza de té y seguía con mi lectura. Ella se veía cómoda, veía que no había riesgos buenos ni malos, estaba contenta con la decisión de aquel dios que nunca conoció. Desayunaba, entonces, y luego regresaba a su cuarto y yo no intervenía en lo que ella hacía, jamás supe a qué se dedicaba en esas horas hasta que en cierto momento de la tarde decidía salir, volver a encontrarse conmigo e ir a caminar por los jardines, fue en una de esas tardes que conoció el rose del que ya hablé.
Tanto tiempo junto a ella, tantas mañanas de servirle el desayuno, tantas tardes de caminar detrás de ella observándola y tantas noches desvelados fueron dejando en mi un sentimiento que hasta entonces desconocía. Me di cuenta en seguida de que estaba fallando en mi misión, pero nada me detuvo, estaba seguro que esto que sentía no tenía fin. Mi idea, mi hermosa obligación era no dejarla jamás. Comencé a verla con otros ojos. Antes era Sasha, la pequeña pluma frágil y volátil que yo cuidaba como si fuera una niña. Ahora Sasha ya era una mujer con la cual yo quería pasar el resto de mi vida, sea como sea. Ella debía estar a mi lado para siempre, no debía sufrir ni un sólo segundo. Yo iba a seguir cuidándola de placeres y dolores, de bienvenidas y despedidas. Pero ocurrió. Me enamoré. Y no pude controlarlo, no pude tolerar que existiera la posibilidad de amarla e irme. Algún día yo iba a dejar estas tierras, seguramente antes que ella ya que soy mayor y además, he sufrido más que ella. Algún día iba a abandonarla involuntariamente, era inevitable. Yo no quería que eso pase, realmente no quería pero no encontraba una solución. Y este sentimiento cada vez crecía más, era como una luz que se apoderaba de mi cuerpo y no me dejaba continuar con mi tarea como hasta entonces venía cumpliendo. Debía concretar mi misión, ella ya se había dado cuenta de mi estado y se la veía contenta. Yo no sabía qué hacer, ya no había vuelta atrás. Algún día iba a volver mi egocentrismo y me iba a ir, era de esperarse.
No encontré otro remedio. Lamentablemente la única alternativa que encontré frente a mis ojos fue esta. Una mañana, que parecía ser como todas, Sasha se levantó de su cama y vino hacia mí, me sonrió y me dijo “buen día”, fue la primera vez que vi sus labios estirados. Esa fue la clave para que yo me dé cuenta qué tenía que hacer, o al menos eso sentí yo. Tenía que buscar la forma de alejarla de mí sin lastimarla, sin generarle ningún trauma, ni siquiera físico, porque yo no sé qué habrá después pero nadie quita la posibilidad de que lo recuerde. Le serví entonces el té, el último té que la vi tomar. Yo sabía que tenía un gusto extraño, no podía saber igual que todos los tés anteriores que la hice tomar cuidadosamente. Pero ese día ella no se quejó. De hecho, nunca se quejaba ni agradecía nada. Terminada la taza, se dirigió a su cuarto nuevamente, como solía hacer, pero ese día no salió de su cuarto, ese día no fue a caminar por los jardines, ese día no la vi más. El plan había funcionado y yo estaba pasando una angustia que desconocía. Todo iba según lo estipulado. Yo había aceptado esta angustia, es que prefería ser yo el que sufra la pérdida que cargar con la culpa de hacerla sufrir una vez más, de fallar con mi tarea y enfrentarme a aquel dios que había confiado en mí.
No sé bien dónde estará ella ahora pero estoy seguro de que no está sufriendo, de que sigo cumpliendo con mi trabajo, de que conseguí quitarle el dolor y el placer. No había fracasado en mi misión.

viernes, 24 de agosto de 2012

Culpa.

Estoy en un bar, tranquila, leyendo algún buen libro que me está absorbiendo. Miro de vez en cuando a una esquina o la otra pero no encuentro nada más llamativo que mis hojas, entonces tomo un sorbo de mi cortado y vuelvo la vista a la novela. Sigo leyendo. Siempre tuve la costumbre de mirar hacia mis lados cuando tengo un libro en mi mano, creo que es para no desubicarme en tiempo y espacio. Acordarme que estoy en Flores, en El Balón, tomando un café a las cinco de la tarde, quizá las seis.
En fin, aquí estoy, compenetrada con mi libro, devorándome oración por oración, sonriendo con los planteos del personaje, sonriendo. Pero en uno de mis ojeos veo a una mujer sola, más que sola, cruzando la calle y mirándome. Me quita instantáneamente la sonrisa, me mira fijo. Creo que me reconoció, que me recuerda de algún lado pero yo a ella no puedo reconocerla ni remotamente. No tengo en mi memoria el haberme relacionado con una persona así. Descuidada, con el pelo enmarañado, crecido, sin algunos dientes, sin arreglarse y  puedo divisar que sin ganas de estar prolija, ¿para qué? Camina un poco renga, es que lleva una carga más pesada que tangible, y se acerca a mí, con la mirada al suelo. Yo cierro el libro y espero a que me hable, imagino que me va a preguntar una calle, la hora, algo... Pero no, no hace más que erguir la cabeza y enfocar sus ojos en mí. No hace más que eso pero me basta. Esos ojos, los más profundos que vi jamás, los más tristes. Ojos negros, completamente negros y descolocados. Muestran una tristeza hundida pero una alegría superficial, pues se está riendo con su boca incompleta. ¿Se está riendo? ¿Qué le pasa? ¿Cómo es que tiene ganas de reírse? Creo que está contenta de verme, pero yo no entiendo por qué.
Me mira tan fijo que creo que tengo que hacer algo. La observo y pienso "espero que no se enoje conmigo" entonces le acaricio la cara y ahí comprendí, recordé quién era, recordé todo. Ya he acariciado esa piel, he tenido esos ojos en frente mío y esa risa, que pocas veces escuché, me resulta familiar. Ya sé.
-Mamá, ¿qué te hice?
Lloro.